En 2023, finalmente tuve la oportunidad de cumplir uno de mis más antiguos y deseados sueños: visitar Japón. Al ser un consumado trotamundos desde mi más tierna infancia, la Tierra del Sol Naciente siempre ha estado en lo más alto de mi lista de deseos de viaje.

Para sorpresa de nadie, este alucinante destino no decepcionó en lo más mínimo. Con su mezcla perfectamente integrada de cultura otaku, ancestral historia y futurista tecnología donde quiera que fuera, Japón me tuvo completamente enamorado gracias a su asequible y deliciosa comida, profundos contrastes y, sobre todo, amables gentes.

¿Y la mejor parte? Fui lo suficientemente afortunado como para disfrutar de todo esto sin tener que lidiar con hordas de turistas. Sí, la Golden Week — una semana festiva en la que los chinos del interior del continente aprovechan para irse de vacaciones al archipiélago japonés — estaba en pleno efecto, por lo que tuve que despertarme con el amanecer para poder disfrutar en condiciones de maravillas como el famoso Pabellón Dorado o el bosque de bambú de Arashiyama. Al que madruga, Dios le ayuda, y todo eso.

Pero, incluso teneindo en cuenta el influjo de turistas chinos, Japón no estaba ni muchísimo menos repleto de gente. Fue una experiencia en su mayoría tranquila, calmada y libre de estrés, con un número adecuado de gente dependiendo de la circunstancia. Después de todo, cruzar los famosos pasos de cebra de Shibuya Crossing no sería ni la mitad de divertido sin estar completamente rodeado de otros peatones como tú, ¿verdad?

Regresar a casa tras unas vacaciones tan sensacionales fue duro, pero tan pronto como regresé tenía bien claro que no tardaría mucho en volver a tierras japonesas.

Bamboo Forest in Japan, Arashiyama, Kyoto

Bosque de bambú, Arashiyama, Kioto

Un año pasó volando, y me encontré de golpe planificando otro épico viaje otoñal a mi querido Japón. También durante dos semanas, lo que me permitiría descubrir nuevos lugares como Osaka y revisitar algunos de los impresionantes destinos que me maravillaron en mi última visita.

Entre estos últimos Kioto era, por supuesto, un imprescindible. Monumental y precioso sin medida, la antigua capital del imperio japonés me dejó sin palabras en cada rincón con sus salvajes entornos verdes, exquisitos templos y cantidad de cosas que hacer. Me hacía especial ilusión pasear una vez más por el precioso vecindario conocido mundialmente por servir de hogar a las geishas de Kioto: Gion.

Pero me aguardaba una desagradable sorpresa.

Antes…y Ahora

Hace 12 meses, no había prácticamente nadie a medida que transitaba la calle principal donde las geishas viven y trabajan, y pude disfrutar del momento bajo la tranquila noche estrellada. Ahora, en ese mismo lugar, una insoportable cantidad de turistas perturbaba la paz tomando decenas de fotografías con flash y apuntando directamente a las casas donde las reverenciadas geishas intentan seguir con su día a día lo mejor que pueden.

Perturbado ante lo que veían mis ojos, decidí seguir paseando por el distrito en busca de uno de los templos que más me cautivó la última vez que estuve aquí: Yasaka Shrine, un impresionante complejo de templos con un edificio central rodeado de tradicionales linternas de papel. Como puedes imaginar, estar ahí de noche es una experiencia mágica y surrealista, y así es exactamente como me sentí hace un año en completa soledad.

Gion street

Gion, Kioto, en 2023. Fotografía de Javier Peinado

Es por ello que esta decepción me impactó de una manera especialmente brutal. Ahora había tanta gente que ni siquiera podía tomar una simple foto en condiciones. Pero, si había algo peor que el número de gente, era su comportamiento. Crías adolescentes cantando a pleno pulmón mientras se echaban carreras hacia quién sabe dónde. Influencers de medio pelo bloqueando el paso mientras posaban para sus selfies sin prestar la menor atención a su entorno. Familias enteras chillando sin motivo aparente justo al lado de los domicilios donde duermen los monjes. Aquel lugar tan especial se había convertido en una suerte de parque de atracciones para los escandalosos y los irrespetuosos.

Era más que simplemente molesto. Era descorazonador.

Si no has experimentado anteriormente la hospitalidad japonesa, simplemente te diré que son el pueblo más paciente, cordial y educado que conocerás jamás, incluso cuando tiene que lidiar con el a veces insufrible comportamiento de los ruidosos gaijins (esto es, extranjeros). Que semejante cordialidad sea recompensada con la mala educación de las descontroladas masas me dolió en el alma. Una incómoda mezcla de ansiedad y tristeza me inundó, y todo lo que quería en ese momento era irme de ahí lo antes posible. El mismo lugar donde lo pasé tan bien hace no tanto, y ahora no podía soportarlo más.

¿Qué había ocurrido? ¿Llegué a Gion demasiado temprano? ¿Demasiado tarde, quizás? No, era la misma hora. Incluso las fechas eran prácticamente idénticas, con tan sólo unos pocos días de diferencia. Pero, de algún modo, el ambiente cambió a peor tan sólo un año después de tan inolvidable visita. Ahora, deprimentes carteles pedían a los visitantes que por favor trataran el sagrado complejo como un lugar de oración y no una atracción turística, y algunos de ellos incluso prohibían entrar a maravillosos rincones casi secretos que anteriormente eran de libre acceso. Nada de esto estaba en efecto en 2023.

Yasaka Jinja temple in Kyoto, Japan. Yasaka Shrine (Yasakajinja), also known as the Gion Shrine, is a Shinto shrine in Gion, Kyoto.

Templo Yasaka en Kioto, Japón

Tristemente, no se trata de un caso aislado. El sobreturismo lleva siendo un indeseado y cada vez más frecuente fenómeno desde hace varios años. El gran problema que acarrea, por supuesto, es que crea desafíos ambientales y sociales que pueden alterar sobremanera la integridad tanto de lugares turísticos protegidos como de joyas ocultas, así como perjudicar la calidad de vida de las comunidades locales afectadas.

Kioto es tan sólo un ejemplo más de una triste realidad que está infectando todo el planeta. Países como España, Croacia, Italia y México llevan sufriendo las nefastas repercusiones del imparable sobreturismo desde hace años. Limitar el número de visitantes en destinos tremendamente populares — o extremadamente frágiles — e introducir tasas turísticas son algunas de las medidas más frecuentes para intentar combatir el turismo masificado. Pero estos esfuerzos se antojan insuficientes.

¿Entonces, Qué Podemos Hacer?

Sé lo que puedes estar pensando. “Mira quién habla, el que decide visitar el mismo lugar en tan sólo dos años.” Un argumento válido. En mi defensa, tan sólo puedo justificar que normalmente me enorgullezo de ser alguien que intenta respetar la cultura extranjera que estoy descubriendo. Por supuesto, nadie es perfecto, pero tengo la suficiente experiencia viajera como para saber que no hay nada más insoportable que un turista maleducado causando una escena. ¡Especialmente en un lugar sagrado! De modo que, mientras intentemos no ser como esa persona, estamos tomando un paso en la dirección correcta.

Porque, y aquí está el meollo de la cuestión, el número exacto de personas que viajan no es el verdadero problema de fondo…sino cómo viajan. Todos necesitamos actuar de una manera responsable y no intrusiva, sin importar dónde estemos. Por supuesto, cualquier sociólogo te dirá que, simplemente por estar físicamente en un lugar, estás afectándolo de algún modo, sin importar lo discreto que seas. Y es cierto. Pero tiene que existir un punto intermedio donde podamos disfrutar de nuestro destino sin causar vergüenza ajena tanto a los locales como a nuestros compañeros turistas.

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Osaka

Osaka, Japón, en 2024. Fotografía de Javier Peinado

Como sin duda habrás supuesto, las redes sociales tienen buena parte de la culpa de este preocupante incremento en el sobreturismo global. Estamos viendo cómo un número cada vez mayor de influencers de viaje nos animan a que nos dirijamos en masa a lugares que, hasta hace bien poco, eran deliciosamente desconocidos. Pero ningún potencial reconocimiento o popularidad en redes sociales justifica el coste tan elevado que estos reverenciados lugares y las gentes que viven en ellos están pagando. Porque, si lo único que parece importarnos es compartir la más increíble fotograía digna de Instragram que podamos capturar sin importar las consecuencias, entonces no nos merecemos realmente estos lugares o culturas ni la rica historia que representan.

Así que sé amable, amigo viajero. Actúa de una manera considerada con aquellos que se ven forzados a soportar las interminables hordas de visitantes que abarrotan sus tierras. Piensa en el impacto que estás causando, y en cómo reducirlo. Deja una marca positiva al despedirte de tus anfitriones, y no tengas miedo de agradecer su hospitalidad y paciencia con un pequeño regalo de tu país de origen.

Sé parte, en definitiva, del cambio…no del problema.

Preguntas Frecuentes:

P: ¿Cómo puedo encontrar alternativas menos abarrotadas frente a los destinos turísticos más populares?
R: Investiga destinos que ofrezcan experiencias similares sin el intenso tráfico turístico. Muchas apps y páginas web de viaje destacan “joyas ocultas” o lugares alternativos que están menos frecuentados pero son igualmente disfrutables.

P: ¿Existen horarios específicos de visita para evitar el sobreturismo?
R: Intenta viajar fuera de temporada. Muchos destinos populares sufren menos multitudes cuando no hay festividades importantes y en meses alejados del verano, lo que facilita una experiencia más relajada y respetuosa.

P: ¿De qué forma puedo apoyar a las comunidades locales en zonas altamente turísticas?
R: Considera apoyar los comercios locales, dormir en alojamientos que sean propiedad de los residentes y comer en restaurantes de barrio. Estas elecciones ayudan a reforzar la economía local mientras respetas los recursos de la comunidad.

P: ¿Cómo puedo minimizar mi impacto medioambiental mientras viajo?
R: Simples elecciones como reducir la basura de plásticos, conservar agua y usar productos amigables con el medio ambiente pueden ayudar. Caminar, montar en bicicleta o usar el transporte público también son buenas maneras de reducir tu huella de carbono.

P: ¿Es correcto publicar fotografías de destinos famosos en redes sociales?
R: Publicar fotografías que has tomado de una manera respetuosa está bien, pero evita etiquetar la ubicación exacta de lugares poco conocidos para prevenir que se vuelvan demasiado populares. Anima a otros a visitar y compartir de una manera meditada y responsable.

P: ¿Cómo puedo ser un viajero más responsable en áreas abarrotadas?

R: Practica la paciencia, sigue las normas locales, evita perturbar a los residentes y recuerda que algunos lugares son importantes cultural o espiritualmente. Respeta estas áreas reduciendo al mínimo el ruido y las disrupciones.

¿También has experimentado alguna vez los efectos del sobreturismo? ¡Háblanos de ello en nuestra sección de comentarios a continuación! 

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Born in Barcelona. Raised in Madrid. New Yorker at heart. When he is not geeking out at a comic book convention or binge-watching superhero shows, this bilingual journalist loves to discover secret venues and hidden places around the world to fill his insatiable wanderlust. He also digs into ghost-busting, Bigfoot-hunting, and UFO-sighting. The truth is out there.